La caída del Paco Checho: ejecutan a segundo testigo clave en causa contra capo narco de Concepción
Fuente: Bio Bio
ose Llanos Toledo, exgendarme conocido como el Paco Checho, fue detenido este viernes por la ejecución de C.A.A.C., testigo clave en los asesinatos de rivales encomendados por su hijo, Franco Llanos Armijo, a sicarios del Tren de Aragua. Los cuerpos aparecieron repartidos en «el triángulo de Concepción». Según la indagatoria, el Paco Checho en tan sólo tres semanas montó un plan para silenciar al denunciante: consiguió nuevos sicarios, hizo seguir a la víctima, le instalaron un GPS y, simplemente, lo eliminaron. Es el segundo testigo de esta causa en ser ejecutado.
El 23 de marzo de 2025 fue el turno de C, otra pieza importante en la causa contra Llanos. Él era uno de los denunciantes, víctima y testigo, en la indagatoria por el
sicariato contra rivales del dealer penquista. Vio, en primera persona, los hechos que dieron paso a las ejecuciones.
Fue por ello que el padre de Franco, José Roberto Llanos Toledo —según la investigación del Ministerio Público— consiguió nuevos sicarios para que C. no pudiera atestiguar contra su hijo.
La idea inicial del Paco Checho —como se le conocía desde su época como gendarme— era amedrentarlo. El propio Llanos —de acuerdo a la indagatoria— lo contactó para que C. cambiara su testimonio y desviara la atención de los investigadores fuera de Franco, quien está en prisión preventiva por estos hechos desde diciembre de 2023.
Ante la negativa del denunciante, el plan cambió: C. debía morir. En sólo tres semanas, el Paco Checho logró montar la campaña para su ejecución.
Lo primero fue comprar un GPS. El dispositivo fue instalado el 19 de marzo de este año en el auto de la víctima, un Mazda 3, rojo. La diligencia fue concretada por miembros de la banda del Paco Checo, mientras el vehículo se encontraba estacionado afuera de la casa del testigo en Lorenzo Arenas, Concepción. Esto se sabe porque más tarde se descubriría que la cámara que el mismo C. tenía instalada en su domicilio los había captado.
Tres días después, la noche del 22 de marzo, el homicidio se puso en marcha. Ese día, C. asistió a la casa de familiares en San Pedro de la Paz. Hasta allí llegaron dos sicarios, a bordo de un Toyota Yaris blanco, sin parachoques. Los asesinos lo esperaron hasta cerca de las 2:00 de la madrugada del día siguiente. A esa hora, C. se despidió de sus parientes y enfiló de retorno a su hogar. El seguimiento —según información a la que tuvo acceso BBCL Investiga— fue discreto y a distancia, pero aún así alertó a la víctima.
De inmediato, C. se comunicó con familiares y amigos para advertirles que algo andaba mal. Tenía miedo. Sabía que lo estaban buscando. Por eso, intentó perder a sus seguidores. Y cuando pensó que lo había logrado, estacionó su Mazda en calle Sotomayor, en un barrio cercano a la Laguna Redonda, en Concepción. Eran cerca de las 03:00 de la mañana cuando se dispuso a esperar la ayuda en ese lugar.
Lo que C. no sabía era que por más que intentara perder a sus perseguidores, el GPS instalado en su auto no había dejado de funcionar: el dispositivo delataba cada uno de sus movimientos.
Los sicarios, con la información en tiempo real llegando a sus teléfonos, aparcaron a una distancia prudente. El copiloto descendió, caminó en dirección a la víctima, y por la ventana del chofer abrió fuego.
C. nunca lo vio acercarse: murió en el lugar, por varios disparos a la cabeza. Ese mismo día, los autores desactivarían el GPS.
LA CAÍDA DEL PACO CHECHO
De acuerdo a información recabada por BBCL Investiga, todas las pistas apuntaron rápidamente a José y Franco Llanos. El primero de ellos fue detenido este viernes y formalizado este sábado por el homicidio del testigo. Quedó en prisión preventiva.
El Paco Checho no sólo es investigado por este hecho, sino también por narcotráfico. Se sospecha que en razón de esos mismos menesteres intentaron asesinarlo. Sucedió el 4 de abril de 2023, en avenida Paicaví, una de las más transitadas de Concepción.
Allí, a plena luz del día y pese al notable tráfico vial, desconocidos le descerrajaron seis balazos. Varios de ellos dieron en sus extremidades y uno en su abdomen. Quedó grave, pero zafó.
La PDI más tarde, según quedó plasmado en escuchas telefónicas, establecería que todo se desencadenó por rencillas con otro dealer con asiento en la capital del Bío Bío, el Nano Peruano.
—El Nano Peruano tenía que cobrar la plata de sus compañeros, si la hueá es como es nomás —se escucha decir a un traficante de poca monta que conocía de cerca la tensión entre ambos.
—Lo que pasa, hermano, es que el loco en vez de tener amigos se hace más enemigos po ¿cachai? —le respondieron al otro lado del teléfono en una conversación fechada dos días después de la emboscada.
Sea como sea, Franco Llanos, en tanto, sigue cumpliendo prisión preventiva en un centro penitenciario fuera de Concepción: fue trasladado desde la capital del Bío Bío luego de que, en junio de 2024, un reo alertara de un plan para rescatarlo de la cárcel.
La defensa privada de Llanos, encabezada por el abogado Víctor “Vito” Contreras, emitió una declaración en la que destacan que su cliente todavía no ha sido condenado, ni tampoco el padre de este. Asimismo, apuntan contra la fiscalía por no dar protección a los testigos.
Y como los investigadores ya indagaban los tres asesinatos en forma conjunta, fue sólo cosa de tiempo para atar las historias. Testimonios recopilados más tarde apuntaron que detrás de la llegada de los sicarios a tierras penquistas estaba el propio Franco Llanos.
Sólo cuatro meses después de su denuncia, M. fue asesinada. Ocurrió en Ovalle el 16 de marzo de 2024. Un hombre, oculto en los matorrales de una estación de servicio, la emboscó mientras cargaba combustible y le descerrajó seis disparos. La mujer murió en el lugar; el tirador se esfumó en el acto. La PDI aún no da con él.