Vigencia y éxito a lo largo del tiempo: los secretos tras las tradicionales cafeterías del centro penquista
Fuente: El Día
Tras la reciente confirmación, tanto por parte de sus dueños como de los trabajadores, del cierre del conocido café BAC de Concepción (Víctor Lamas con Colo-Colo), por motivos de índole económica, surge la inquietud de cómo permanecen en sus negocios las cafeterías más antiguas y tradicionales de la ciudad.
Así, al recorrer el radio más céntrico de la urbe penquista fue posible conocer el “secreto del éxito” de algunos de estos recintos, quienes manifestaron contar con tres denominadores comunes para aquello, como la calidad de los productos y la calidez en la atención de sus públicos objetivos.
Desde Roggendorf, Yazna Fernández, asistente administrativa que labora hace 2 décadas en la empresa, señaló que el local ubica do en O’Higgins # 832 lleva más de 35 años en operaciones.
En cuanto a los productos, Fernández explicó que en particular en el local de calle O’Higgins (hay otro establecimiento en Los Carrera) los tipos de café suelen ser los mismos, más tradicionales. “No nos regimos por la oferta de cafeterías nuevas que ofrecen ahora ciertas innovaciones tanto en los sabores como en los formatos. Acá nos basamos en lo tradicional y trabajamos con un buen grano que es envasado y tostado en Santiago que es una preparación especial hecha para nosotros, basada en una mezcla de grano de origen brasileño con arábico”, precisó.
Otra variable valorada por los clientes, según Fernández, tiene que ver con la atención. “Nos basamos en una atención bien amable hacia los clientes. Es una forma de mantener la tradición de un negocio familiar”.
Sobre si con la proliferación de más cafeterías en la ciudad ha variado la cantidad de los clientes que llegan, desde Roggendorf manifestaron que no han observado un cambio, presumiblemente, porque el tipo de público que llega al local es mayoritariamente el mismo. “Las nuevas cafeterías que abren y cierran apuntan más bien a un público más juvenil y nosotros, como somos más tradicionales, apuntamos a un público más adulto”, acotó.
En Café Rometsch, Héctor Cruces con más de 37 años en la empresa, que nació en 1985, recordó que la firma tiene más de 7 décadas de existencia, ya que antes había surgido como confitería y fábrica de helados.
Sobre las claves de la permanencia del negocio, apuntó a las mismas razones mencionadas por Roggendorf. “Es fundamental no bajar ni la calidad de los productos ni el servicio en cuanto a la calidad de la atención”. “Lo que más piden son los cafés y tortas. El café que estamos trabajando ahora es de tipo intenso y de origen brasileño donde siempre buscamos mantener la calidad porque hemos observado que el cliente se da cuenta cuando hay cambios”, aseveró Héctor Cruces.
Otro establecimiento tradicional en la ciudad es el Café Gioco que, según su administradora, Érika Vásquez, y algunos podrán recordar, partió como un centro de juegos electrónicos que luego fue mutando hasta establecerse como la cafetería que es hoy. “Café Gioco se creó en 1980 pero se abrió como una casa de juegos electrónicos fundamentalmente para los niños con una serie de juegos infantiles y máquinas con flippers y Pacman, eso llevó a que las familias vinieran con sus hijos pero los papás quedaban sin hacer mucho más mientras sus hijos jugaban, así que los dueños decidieron hacer un mini café”, rememoró.
Ya en 2010, con la aparición de los ataris y videojuegos y teléfonos celulares, “en una reunión de directorio de 2015, se decidió qué hacer con el local porque los juegos definitivamente se iban a cerrar y los dueños solicitaron un estudio de mercado por la marca Gioco y ver qué tanto impacto tenía en la población comunal. Nos dimos cuenta que era una marca que todo el mundo conocía y relacionaba. Ahí se determinó transformarlo en un café temático considerando algunas máquinas antiguas. Entonces, este Café Gioco está desde el 2016”, detalló Érika Vásquez.
Sobre los factores determinantes en la continuidad del café, tras la apertura de nuevos oferentes del demandado brebaje, desde Gioco creen también que corresponde a la calidad de sus productos y una atención centrada en el cliente. En relación con los tipos de café con el que trabajan, se trata del “café Vergnano que es importado italiano y el café Haití que ha sido la tradición desde siempre” y sobre si las nuevas cafeterías representan algún grado de mayor competencia, Vásquez, aseguró que “para nosotros no ha sido un problema, porque todos los negocios tienen su público”.
Claudio Placencia, jefe de turno en Café Dimarco (Aníbal Pinto # 472), lleva en la empresa desde que abrió el local, es decir, hace 29 años. “Estoy desde que se abrió el local y creo que la clave para seguir atendiendo a nuestros clientes ha sido la calidad de nuestros productos junto con una buena atención al público. Aquí podemos destacar que la gran mayoría de los que trabajamos aquí lo hacemos hace bastante tiempo. El que menos tiene años acá lleva 11 años en labores, entonces, conocemos el trabajo y la importancia de mantener una calidez en la atención, de hecho, la relación con los clientes es prácticamente familiar”, expresó. En el caso del café Dimarco, el tipo de café corresponde a un origen italiano.“Es el Mama Lucía de Lucaffe que es arábico e italiano”, precisó el jefe de turno quien además dijo que la cantidad de público que llega hasta el local no ha variado ante la mayor oferta cafetera en la urbe penquista.